miércoles, 15 de abril de 2009

De la que me Salvé

Hoy, decido liberarme. Las perspectivas dañinas no me llevan mas que a masacarar mis sentidos. Aveces me asombra mi capacidad de autoflagelación. ¿Qué caso tiene? Hoy digo: basta, finito. Rescato las maravillas que me conozco y reestablezco mas momentos felices, que la verdad, merezco.

Sé que las mujeres somos tan tontas aveces, que nos dejamos llevar por sentimientos suaves. Ahora que se acomodan las arenas, las rocas que estorbaban permiten descifrar las inteligencias dormidas. Ja! mas bien el sentido común por fin vuelve.

Como dice mi mamá: ¨ponlo en una balanza¨, y yo, por mas que lo hacía, no lograba convencerme de lo poco que valía la pena, me deslumbraba con palabras y letras ineptas y llenas de mentiras. Esa ineptitud me llegó hondo.

Ahora es distinto. Utilizo la balanza ya sin sentimientos, por consecuencia; abrigo el verdadero resultado. Dos o tres contra muchos. Sí, sus defectos hacen que la balanza toque el suelo. ¿Porque no lo ví antes? Suaves sentimientos de mujer. Buena, sutil, pero no tonta. Ahora entiendo que lo mejor siempre prevalece. Lo mas conveniente es lo que queda.

Despues de haber sido catalogada como ¨extraordinaria mujer¨ me quedo con lo que me agrada y eleva. Lo demas, lo deshecho y lo tiro, ni siquiera lo guardo. Sale, se va volando y jamas lo vuelvo a ver, ni siquiera a recordar.

Incluso hasta he llegado a decir: De la que me salvé!

Ah que bien se siente limpiar la casa...